La presencia de indios chichimecas, tribus nómadas y guerreras que fueron exterminadas durante la conquista española sin dejar rastro alguno, habitaron la zona conocida como la comarca Lagunera en el estado de Durango. En el resto del territorio duranguense aún residen principalmente los tepehuanos, además de huicholes, coras y tarahumaras, los cuales a diferencia de los primeros, constituyen sociedades sedentarias con una sólida estructura familiar.
La Conquista del territorio mexicano a partir del siglo XVI, inició en el sur y centro del país, conforme los españoles sometían a las tribus de esta región y fundaban sus propias villas, fueron avanzando hacia el norte.
Una vez que la provincia de la Nueva España estaba funcionando, nuevos expedicionarios se aventuraron a la conquista del resto del territorio mexicano, estableciendo la provincia de la Nueva Vizcaya, en honor a la provincia española del mismo nombre. Las similitudes geográficas entre ambos territorios, así como el origen vizcaíno de muchos de los colonizadores dieron razón para la selección del nombre.
Francisco de Ibarra comenzó la colonización de la zona de Durango, llegando en el año de 1554 y llamó al territorio Nueva Vizcaya. En 1557 el capitan Alonso de Pacheco, quien comenzó la construcción de un pequeño pueblo al cual llamó DURANGO, en honor al lugar donde nació Francisco de Ibarra. En 1621, el rey Felipe IV otorgó a Durango la categoría de ciudad y fue hasta el año de 1824 cuando se declaró como el Estado de Durango.
Al igual que en el resto de la provincia, los ataques indígenas forzaron a las autoridades españolas a enviar presidios, o grupos militares, a resguardar las nuevas villas y a los colonos que iban en busca de formar nuevos asentamientos
Pero no fue sino hasta los siglos XVII, XVIII y XIX, que esta hermosa capital de la Provincia de la Nueva Vizcaya tiene un extraordinario crecimiento, indiscutiblemente ligado al auge económico, producto de la importante producción de oro y plata de las minas localizadas en la región de las quebradas de la Sierra Madre. Para el año 1833, sólo el mineral de San Dimas había producido 55 mil millones de pesos, aunque ya con anterioridad, el mineral La Candelaria, propiedad del rico minero Juan José Zambrano, había hecho posible la construcción de uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes de la ciudad: El Palacio de Zambrano y Teatro Coliseo, hoy Palacio de Gobierno y Teatro Victoria.
Al ser Durango declarado capital eclesiástica de todo el Noroeste de la Nueva España, la necesidad de cimentar sólidamente la “conquista espiritual”, aunada a la marcada religiosidad española, hacen que fluyan las donaciones de los ricos mineros y hacendados de entonces, destinadas a la construcción de templos y conventos. La Catedral de Durango es el ejemplo más significativo de este ímpetu de construcción.
Con la llegada de la Independencia Mexicana, la provincia comenzó a fraccionarse para dar vida a los actuales estados del norte de México, y en 1827 toma posesión como primer gobernador constitucional del estado de Durango, el liberalista Santiago de Vaca Ortiz.
Los 30 años de dictadura de Porfirio Díaz, trajeron la integración de Durango a la red de ferrocarril y telégrafos que transformaron al país. Después, durante la guerra de revolución, el insurgente duranguense Francisco Villa destacó en su participación por la defensa de los más desamparados y con firmes ideas sobre el reparto agrario; también se le conoce bajo el nombre del Centauro del Norte.

Vista interior de la Cateral en la Cd. de Durango.